7 de octubre de 2014

Melancolía en el bosque de espinos.

Tienes las manos heladas! es como si la sangre no corriera por tu cuerpo. En el espejo solo puedes mirar algo que poco reconoces. Tus ojos son como ventanas tapadas bajo un gran telón. Tus pies apenas presentes, tropiezan con la misma avenida que te lleva a aquél camino que retorna siempre al mismo punto de partida, camino circular.
Carita de luna... dime por qué elegiste las gafas en invierno y el silencio en primavera, dime por qué no has de brillar esta noche? 
Dime si acaso, aún puedo pedirte un cuento?
Por favor cuéntame otra vez la historia del viejo azul que bailaba para encontrar tus pies... Que desesperadamente en el mar evocaba tu amanecer enalteciendo por completo su existencia para verte.
Pero tu cabeza va corriendo sin dirección y en el choque con el viento te encuentras con un marchito campo de violetas.
Sientes el golpe inmediato, el golpe directo al vientre. Sientes por fin,

Aunque sea el dolor.
Habitas ese lugar lleno de espinos. Ese bosque que lejos del otoño de hojas secas...que lejos de las gruesas espinas, busca entre sus delgados  y largos troncos acariciar el cielo y tu pelo.
Duerme niña, duerme en mis brazos pequeña lunita nostálgica. Duerme  y así yo podré en tu inmóvil rostro mirarte otra vez y con tus pecas pintar en el cielo una lluvia de estrellas que bajarán suavemente a tu campo marchito.
agua y sal de tus ojos.
Luna roja.




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